Llevamos cuatro semanas siendo testigos indirectos de una catástrofe en Japón. Y llevo cuatro semanas sintiendo un profundo respeto por el pueblo japonés… Han sufrido un terremoto devastador, seguido por un tsunami y una tragedia nuclear… un pueblo que conoce bien lo que es un ataque nuclear y las consecuencias y secuelas que pueda tener…
Las imágenes han sido impactantes, la fuerza de la naturaleza una vez más demuestra su supremacía, pero donde cualquier otro pueblo estaría ahora mismo reducido a cenizas, los japoneses no se dan por vencidos… ¿Cómo lo hacen? Es un pueblo muy disciplinado, donde los valores como respeto, solidaridad, autoridad son tan presentes como ausentes en muchos otros lugares del mundo… Es un pueblo que sabe que en los momentos críticos y difíciles han de apoyarse entre ellos, ayudar uno a otro, hacer frente todos a un mal común. Es un pueblo cuyo valor es discreto y latente a la vez constante y presente… No es “sálvese quien pueda”… sino “salvemos a los que podamos salvar”…
No voy entrar en las valoraciones de si se ha gestionado la crisis bien o mal por parte del gobierno japonés, no voy a hablar de si los demás países han ayudado o no suficientemente al pueblo japonés… No voy a hablar de obviedades…
Solo voy a contar un episodio que vi en un reportaje en directo en una de las cadenas francesas… era una trasmisión en directo sobre las zonas afectadas alrededor de la nuclear de Fukushima… una mujer volvió a los escombros de su casa para ver si podría salvar algún recuerdo… y encontró unas conservas de algas que tanto aprecian los japoneses… la mujer no las guardó para si misma o para su familia, y podría hacerlo ya que existe una escasez de alimentos debido a un índice elevado de contaminación, sin embargo, dijo que las llevaría al refugio para compartir con los demás…
Veo las expresiones de los supervivientes y me estremece su aparente calma, y no es resignación, es el valor en su máxima discreción…Valor que les hará alzarse una vez más y demostrar al mundo que todo es superable, incluso la supremacía de la naturaleza, si hay voluntad común y solidaridad real entre las personas…
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